HISTORIAS DE VIDA: BLANCURA DE CAL Y SALUD

Sonó el pitazo de las 6 de la mañana, el potente sonido que estremece los telares, las hilanderías y la vieja usina marca el fin de la dura jornada conocida como cuarto turno. Juan Carlos Caballero registra su salida en el reloj biométrico y se dirige raudamente a su casa, toma unos mates, luego come un trozo de tortilla, cambia su ropa de fabriquero por otra salpicada de cal, cemento y pintura, para dar vida a su oficio de constructor. Había ingresado a las 12 de la noche, pero aún tenía energías suficientes para seguir trabajando. Es el primero en llegar, son las 6:40, e imparte las indicaciones para iniciar las labores propias del albañil.

«Prepará una canchada blanca y una mezcla de 3×1», dice a su ayudante, quien responde, «¿cal viva o monocal?». «Monocal», dice el jefe. Este diálogo no sería nada raro si lo hicieran dos hombres en un oficio que pareciera vedado a las mujeres, pero resulta que el ayudante es en realidad una mujer, a la sazón, hija de un maestro constructor.

Juan Carlos, en su juventud, contrajo nupcias con Perla Benítez y trajeron al mundo tres hijas, siendo Marlene, apodada Marly, la segunda hija. Como toda familia humilde, inculcaron a sus hijas el valor del trabajo desde temprana edad, pero, sobre todo, el valor del estudio. «Es la única herramienta que les abrirá las puertas del éxito», repetía con frecuencia Juan Carlos.

Marlene siempre soñó con el uniforme blanco; desde pequeña sabía que lo suyo era la enfermería. El primer paso para concretar ese sueño lo hizo en el Centro Regional de Educación en la especialidad de Salud, del cual egresó en el año 2016.

Marly siempre buscó ayudar a la familia, así fue que en una ocasión, Juan Carlos se quedó sin ayudante en su obra. Entonces, ella se ofrece para ayudar a su papá, quien al principio, algo reticente, le pregunta: «¿Te animás? Mirá que es un trabajo pesado», pero Marly le dice: «Sí, me animo». De ser una simple ayudante, delicado eufemismo que solo consiste en acarrear materiales y cebar tereré al patrón, hoy es oficial de primera. «En cualquier momento será mi jefe», dice Juan Carlos, quien no oculta su enorme orgullo por una hija tan destacada.

Marly es incansable. Los fines de semana trabaja en restaurantes o locales de comida rápida cocinando hamburguesas, alternando con su oficio de oficial constructor. Ha culminado la malla curricular de la carrera de Licenciatura en Enfermaría en la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Nacional de Pilar. Actualmente, está dando los últimos retoques a su tesina, «Cuidados de enfermería para enfermos de salud mental del Hospital Regional de Pilar», que una vez concluida, defenderá ante el Tribunal Examinador para optar al título de Licenciada en Ciencias de la Salud.

Una vez más se da la unión de factores concomitantes: la voluntad, el deseo de superación y la universidad pública que allana todos los caminos para la concreción de los sueños.

¡Felicidades por este presente y por tu futuro venturoso, Marly!

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