En la explanada del Museo Cabildo de Pilar, se rindió un emotivo homenaje a uno de los caídos en la última batalla de la Guerra contra la Triple Alianza, el niño pilarense José Félix López Pesoa, uno de los hijos del Mariscal Presidente López con Juanita Pesoa.
Es el primer acto que se realiza en memoria de este niño, a 150 años del fuego de la barbarie, cuyas brasas y cenizas siguen ardiendo e interpelado la conciencia. El acto en si como el valioso rescate histórico cultural fue una iniciativa de la Universidad Nacional de Pilar, que junto al apoyo de la Gobernación de Ñeembucú y la Municipalidad de Pilar, articularon esta evocación histórica.
Hicieron uso de la palabra, el Decano de la Facultad de Ciencias, Tecnologías y Artes, Dr. Ever Villalba, el Intendente de la Ciudad de Pilar, Sr. Alfredo Stete, la Directora de Cultura de la Gobernación de Ñeembucú, Lic. Mirian Insfrán de Encina y finalmente, el Dr. Víctor Ríos, Rector de la Universidad Nacional de Pilar.
El Dr. Ever Villalba, se refierió a la necesidad de contextualizar el sacrifico de nuestros niños. Que un acto de patriotismo no se limita a portar la escarapela o a cantar el Himno Nacional, sino muy por el contrario, significa hacer algo en el presente como eliminar el analfabetismo, entre otras cosas.
Stete, en su intervención, recordó las grandes conquistas sociales del Paraguay de los López, los grandes adelantos tecnológicos, el proceso de la industrialización, y que todo eso murió el 1 de marzo, manifestó el Lord mayor de la ciudad de Pilar.
La Lic. Mirian Insfrán abordó la importancia de la memoria histórica, como un formador de la identidad y transmisión de valores, al respecto manifestó: «La memoria colectiva e histórica es algo más que simple recuerdo del pasado, forma parte del legado de una comunidad, ella es la esencia de la identidad de un pueblo».
Precisamente, el Dr. Ríos aportó los escasos datos que se pudo recabar sobre el niño que encontró una violenta muerte a manos de los mercenarios que nunca respetaron los más elementales códigos de la guerra. En la espesura del inmenso escenario dejaron sus vidas los últimos 400 soldados que siguieron al Mariscal, el Vice Presidente con casi 80 años, el hijo de 15 años conocido como Panchito, quien no permitió que la ofensa manchara su honor, y al defender a su madre y hermanos, encontró la muerte, a quién seguiría justamente José Felix, niño indefenso que no alcanzaba sus 10 años de vida.
En la parte final, estudiantes del Conservatorio de Música «Sofia Mendoza» ofrecieron unos temas épicos al auditorio.
Al caer la tarde sonaron los acordes de Acosta Ñu con el acompañamiento de un coro de niños. Sublime corolario para un acto de evocación a un niño inocente, muerto por las huestes de Pedro Segundo.
Queda el compromiso tácito de la realización de este homenaje en años venideros. Se solicitó también que una calle o plaza lleve su nombre.
Viva el Paraguay eterno!